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Una mañana de onda, nubes y envidia

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Una mañana de onda, nubes y envidia

Hoy quiero compartir una historia que nos hace entender por qué volar es algo más que una afición; es un sentimiento, una conexión y, a veces, una dulce envidia. Todo comenzó muy temprano, a eso de las ocho de la mañana, cuando las notificaciones de los grupos de WhatsApp empezaron a sonar.

Pedro, siempre atento a las previsiones, envió un mensaje anunciando lo que todos esperábamos: había previsión de onda para largos recorridos. El mensaje venía acompañado de un mapa de España lleno de referencias, puntos que parecían prometer una jornada perfecta en el aire.

Unos minutos más tarde, a las 8:31, Pedro nos envió una foto que ya desató la ilusión colectiva: la onda estaba montada en Tiétar. Esa imagen lo confirmaba; ahí estaban las nubes, con esa forma tan característica que los pilotos de planeadores conocemos y amamos, esas que nos dicen que la atmósfera está lista para darnos un paseo inolvidable.

El tiempo pasó, y aunque algunos no pudimos salir a volar, seguíamos enganchados a los mensajes, viviendo a través de los ojos y las alas de nuestros compañeros.

La cumbre de la jornada llegó a las 13:32, cuando Uñaqui nos sorprendió con un video desde 4500 metros sobre Arenas de San Pedro. La imagen era simple pero impresionante: un mar de nubes bajo él, el azul infinito del cielo y dos jubilados en la cabina que, con una sonrisa y un guiño cómplice, se reían mientras nos hacían sufrir de envidia. La envidia buena, la que solo siente un piloto que sueña con estar ahí, entre las nubes.

Volar en onda es algo especial. Es sentirse en armonía con el mundo, moviéndose sin motores, sostenidos solo por el viento que se eleva en las laderas y montañas. Pero también es algo más: es la complicidad entre compañeros, es compartir la experiencia, ya sea estando en el aire o desde tierra, pegados a las pantallas, mirando mapas y fotos.

Hoy no todos pudimos volar, pero gracias a Pedro y Uñaqui, y a esa sonrisa desde 4500 metros, muchos sentimos que estábamos allí arriba, por un instante, sobre Arenas de San Pedro, rozando el cielo y compartiendo la magia de la onda.

De momento nos conformamos con un poco de historia para seguir aprendiendo: Onda de montaña en Wikipedia

¡Quizá la próxima vez nos toque a nosotros!